Perder el sueño, the impossible dream (o los desvelos de un traductor)
Uno de los traductores de sor Juana al inglés tituló First I dream al poema Primero sueño. Mi primera reacción fue una mueca desdeñosa; pensé que se trataba de un simple caso de ignorancia: el traductor desconocía la forma masculina del numeral ordinal antepuesto al sustantivo "sueño". Mi reacción pasó del desdén al asco cuando, al leer la larga nota explicativa acerca de su elección del título, descubrí que el traductor no sólo no ignoraba el sentido de la frase castellana del original, sino que se había tomado la libertad de alterarla. En tal nota, al final de una serie de razones imbéciles (valgan el oxímoron, y el adjetivo aplicado a un sustantivo no humano) mediante las que trata de justificarse, se atreve a sugerir que tal vez a la monja mexicana, tan aficionada ella misma a los juegos de palabras, le hubiera gustado su "aportación" al poema.
Si algún talento muestra el mentado traductor, es su capacidad para arruinar, antes siquiera del primer verso, una de las obras que justifican la lengua española. El título original tiene una objetividad acorde con el contenido y el estilo del poema (en el cual sólo aparece la primera persona en el último verso, el 975: "el mundo iluminado y yo despierta"). El título de la traducción, además de alterar el significado del original, muestra la ineptitud del traductor para entender el sentido del poema como totalidad: al indicar desde el paratexto que los procesos que forman el cuerpo del poema se refieren a una persona, reduce grotescamente el horizonte de la lectura.
The imposible dream for our translator might be: First I think.