Que un día, a la salida de esta enconada visión,
mi canto de júbilo y gloria ascienda a los ángeles que están conformes.]
Que de los martillos del corazón, de claro batir,
ninguno fracase en cuerdas flojas, dubitantes
o que se rompen. Que el flujo de mi semblante
me haga más luminoso; que el llanto imperceptible]
florezca. Oh, entonces, cuán queridas, noches, serán para mí,]
noches de aflicción...
-Rilke
No hay comentarios.:
Publicar un comentario