domingo, marzo 20, 2005
Los escrúpulos de AntonWebern no le permitieron escribir una fuga propia (de un placer semejante no se privaron Stravinski, Bartok o Lutoslavski). Una analogía con el mundo de la lírica sería la renuencia a escribir un soneto por parte de Celan. En casos semejantes, la traducción es la única manera honesta de explorar seriamente una forma saturada (eludo el término "superada" para evitar la idea de una progresión lineal en las artes). La solución personal de Webern o Celan consistió justamente en recurrir a la traducción: éste tradujo los sonetos de Shakespeare, mientras que el primero orquestó la fuga más compleja (a 6 voces) de la Ofrenda Musical de Bach.