Saltitos silábicos.
Pues sí, finalmente encontré el apoyo teórico que necesitaba para sostener que el sistema rítmico del español, y por ende, de la poesía escrita en esta lengua, sólo requiere de 2 unidades para explicar el esquema de distribución acentual de cualquier verso. Se trata del "principio de alternancia rítmica", enunciado por Selkirk en 1984; tal principio postula, básicamente, que a cada posición fuerte (sílaba acentuada) debe seguir una débil (sílaba átona), y que no puede haber más dos posiciones débiles consecutivas. En otras palabras, el sistema de pies métricos de Navarro Tomás (1956), que utiliza únicamente pies troqueos y dáctilos para describir el ritmo versal, es correcto. No hay sustento teórico para seguir hablando de ritmo yámbico, ni mucho menos anapéstico o anfibráquico. El mismo concepto de pie métrico, en fonología, descansa en la posibilidad de percibir una prominencia prosódica, o sea, una sílaba acentuada, para poder iniciar a computar el pie. Así es que todos los tratadistas (Lapesa, Carreter, Quilis, Balbín, Alonso, Domínguez Caparrós, entre los más conocidos) que ha sostenido la existencia de ritmos que parten de posición acentual débil, bien podrán, con los pies que les sobran, patearse rítmicamente la región posterior en el infierno.
¿Complacida, Jeringa?
viernes, febrero 20, 2004
lunes, febrero 09, 2004
La semana que inicia, Juárez será sede del circo feminista "V-week" (o será weak?). Naturalmente, todos los luchadores sociales juarenses, políticos, pintores, poetisos y poetisas, y, en fin, todo el que disponga de suficiente tiempo libre, tratará de colgarse de la foto con Jane Fonda o Sally Field, o ya por lo menos de Marintia Escobedo. Las mujeres que trabajan en la maquila, por supuesto, ni se enterarán de que las andan defendiendo, y más valdría recomendarles que extremaran precauciones durante la semana, pues nada haría más emotivos los discursos, conciertos y entrevistas de sus defensores, que una muertita fresca. Mientras tanto, un tip para dramaturgos en busca de celebridad (o sea, todos): qué tal una obrita como "Los monólogos de la vagina segunda parte: o lo que el pene prefiere callar".
lunes, febrero 02, 2004
No sé si exista una forma de arte donde se mendigue más el aplauso del público que en el ballet clásico; también me parece difícil encontar una más anacrónica. Qué penoso tener que aplaudir cada vez que el bailante en turno se inclina, con una sonrisa inconmovible, para solicitar su dosis de palmadas; lo único que lo supera en patetismo son los mimos y los payasos.