jueves, abril 24, 2003
El debate sobre el futuro de las agrupaciones de música de cámara debe inscribirse en esa otra pregunta sobre el papel social del arte. La práctica de incorporar obras de música "popular" para atraer nuevos auditorios es una estrategia de promoción válida, pero no debe de ello seguirse que no hay distinciones entre una y otra música. Es deshonesto hacer creer a un público ignorante que una canción de Jimy Hendrix o de Agustín Lara --para el caso da lo mismo-- puesta en cuarteto de cuerdas es ya por eso música de cámara; un análisis elemental bastaría para mostrarlo. Sólo se consigue privar de su especifidad a una manifestación musical auténtica --aunque burda-- si se pretende revestirla con el prestigio de la música "culta." El cuarteto "Cronos" es el ejemplo más exitoso de este tipo de prostitución. ¿Cómo pueden tocar un cuarteto de Webern o de Schnitke junto a alguna cancioncilla etílico-sentimentaloide?
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