miércoles, noviembre 17, 2004

How many pounds can you lift?

Ezra Pound en, "El arte de la poesía" fantasea sobre la posibilidad de una armonía, en el sentido musical, en el poema: una especie de resonancia que se transmitiría de un verso a otro gracias a la habilidad del poeta para manejar los sonidos de la lengua. Pound no se engañaba y sabía que el empleo del término armonía referido a la lírica, era sólo una metáfora. En nuestros días, resulta casi enternecedor escuchar las grabaciones donde Pound "canta" sus poemas.

Hasta ahora, el empleo de términos musicales para explicar ciertos fenómenos literarios ha servido sobretodo para exhibir algunas limitaciones de la literatura con respecto a otras artes. La ya citada armonía de Pound o la tan aquiallatraída polifonía de Bajtín en los estudios literarios, resultan de una burdeza lastimosa cuando se las coteja con la precisión con que esos conceptos se aplican en la música, tanto en su fase de producción como en la de su estudio. La diferencia es que en música, armonía y polifonía no son sólo conceptos sino que están ligadas a técnicas específicas de composición como el contrapunto, o a fenómenos acústicos como la serie de los armónicos.

Los compositores que han empleado textos de manera estrictamente polifónica, desde Guillaume de Machaut hasta Ligeti, en tanto que pertenecen a un campo artístico, y por lo tanto obedecen y violan en cada obra, hasta donde su genio les permite -y ciertamente en eso son privilegiados-, las convenciones de dicho campo, han impuesto la racionalidad de la música a los textos. En la ópera, oratorios, misas, canciones, hay polifonía musical pero no textual porque en realidad no importa que el que escucha entienda el mensaje sino que se deje conducir por el canto, es decir, por lo puramente sonoro, así se trate de la más disonante de las óperas contemporáneas. Al auditorio no le importa que no se entienda el mensaje textual, mientras exista una racionalidad, en este caso la de la música.

En sentido estricto, la etimología de "texto" como 'tejido' es inadecuada para referirse al discurso: no hay ningún tejido sino un solo hilo (doblemente articulado, si se quiere) que se prolonga como sucesión. La limitación no viene de la parte sonora, sino de parte del significado: al parecer, la mente humana sólo puede manejar una línea de significado por unidad de tiempo.

Por todo lo anterior, libros como Their Ambiguity de Joshua Clover, o Lawless de Jen Hofer, que consisten en poemas de dos o tres voces simultáneas, constituyen verdaderos desafíos para el lector/auditor de poesía. La superposición de líneas exige al lector que reconstruya el texto en su cabeza a partir de la lectura de las dos o tres cadenas discursivas de los poemas. Una lectura en voz alta por una sola voz es imposible. Por otro lado, la lectura en voz alta por parte de más de una voz le impone al auditor el dilema de tener que elegir: una sola a un tiempo, si se quiere entender algún mensaje. Claro que el auditor puede abandonarse a la nube de sonidos y despreocuparse por entender, pero eso precisamente pone en crisis la supuesta racionalidad del lenguaje poético. Y es finalmente esa puesta en crisis del discurso poético, lo que la polifonía de los trabajos de Hofer o Clover consiguen. La imposible polifonía literaria muestra la precariedad de la lengua como medio de comunicación. La expresión, por su parte, sigue intacta, pues allí no importa entender.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos JM desde Juárez. Escribe Jorge, de la carrera de literatura. Espero que todos tus proyectos vayan bien por allá.

Acerca de tu post, creo que tendrías que comentar el capítulo 11 (las sirenas) del Ulysses de Joyce. Él comenta que intentó hacer el capítulo según la estructura de la 'fuga per canonem' pero, ignorante de la música clásica, me veo impedido para apreciarlo tal cual. Harry Levin es crítico particular de la supuesta técnica al negarla; en cierto sentido, ambos (tú y él concuerdan en la idea que la literatura es ninguneada con conceptos ajenos)

El discurso de la teoría literaria con los códigos de otras artes representativas al quererlas relacionar es el sueño de algunos cuantos para sacar a la literatura de su reino un tanto egoísta y reacio a integarse a otras artes en cuanto a su comprensión. Para mí, creo que es hora de olvidar los metalenguajes y acercarse a la literatura e intentarla comprender como acto empírico. Y si el lector no puede entender el texto desde la lectura, aunque sea explicado en miles de argumentos, el esfuerzo será inútil.

Respecto a la reseña que haces no me queda más que pensar en una feliz experimentación.

"La superposición de líneas exige al lector que reconstruya el texto en su cabeza a partir de la lectura de las dos o tres cadenas discursivas de los poemas"... etc, La superposición de líneas es solo un palimpsesto y ello no lleva sino a una experimentación barata. Perdón por la expresión pero estas propuestas me dan nauseas por lo chafa que son.

Aparte, quisiera regañarte por la última línea: "La expresión, por su parte, sigue intacta, pues allí no importa entender". Esa concepción de la literatura si no es mallarmeliana, es trasnochada. No es que sea un clasicista, creo que, al final de esto que estoy escribiendo, me doy cuenta que ya no me gusta la poesía...

Me despido cordialmente

Jorge

P.s has leído la conferencia de Lorca acerca de Góngora?
http://www.fut.es/~picl/libros/glorca/gl001204.htm
A ver que te parece. Nos escribimos en el futuro.

Agustín García Delgado dijo...

La expresión literaria, ciertamente, padece límites ya reconocidos hasta la saciedad por lingüistas y poetas. Sin embargo, la expresión oral, que nunca va sola, sino como parte de un todo en donde se integran el gesto, la entonación, el contexto y el entorno, incluso el clima y las emociones del momento, entre otros factores,, esa expresión sí que es rica y comunicadora, a pesar de sus polivalencias en la fase receptiva.
Por otra parte, si la polifonía de Bakhtin se refiere a las múltiples fuentes sociales que conforman una novela, de donde una multitud de "expresiones" de origen social, racial, clasista, gremial, etcétera, consiguen manifestarse por el cauce del diálogo entre personajes (incluido el narrador como tal), esto es un asunto distinto a la parca musicalidad del verso. Éste, por último, vive no sólo de sus valores fonemáticos, y tú lo sabes, desde luego, mejor que yo.

Un abrazo

port y yo dijo...

Gracias por tus comentarios, Agustín. Perdón por no responderte antes pero este "post" no es muy reciente y no me había percatado de tus líneas.

Cierto que la "polifonía" de Bajtín no es la de la música; por eso mismo señalo que su empleo del término me parece falto de rigor. Si, como bien lo dices, a lo que se refiere Bajtín es a la diversidad de "expresiones" que se manifiestan en un diálogo, entonces es más que sonido, es más que voz lo filtrado y el término "polifonía" le resulta insuficiente.

Pienso que el problema de fondo es el tiempo. En la polifonía musical hay simultaneidad en la emisión y en la "recepción" de las voces, mientras que en la literaria sólo puede haberla en la emisión, pero no en su recepción por parte de un sujeto. Esta limitación, que afecta la captación del plano semántico del discurso, es de orden cognoscitivo y se debe a la estructura mental del sujeto, y es eso lo que me interesaba subrayar en mi nota.

Un abrazo,

JM.