La voz poética existe potencialmente como un conglomerado de lenguaje y mundo. Cuando se manifiesta –del único modo posible, como poema- pierde su condición virtual. Para avanzar, la voz poética, necesita resistencia: si el mundo se impone con demasiada fuerza, hay que oponerle el lenguaje; si es el lenguaje el que intenta imponerse como fuerza autónoma, hay que oponerle el mundo. De ese equilibrio de fuerzas, de ese juego de delicadas tensiones surge el poema, que se va urdiendo a medida que la voz avanza.
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