lunes, marzo 17, 2003
La autoridad que confieren ciertas posiciones dentro de algunos espacios de consagración da lugar a que se profieran observaciones inexactas y hasta falsas –simples mentiras, pues- con una ligereza amparada en la cortesía de los participantes. Hablo específicamente, como se podría hablar de muchos otros casos, de una observación hecha recientemente en un congreso de literatura llevado a cabo en la Universidad de Texas en El Paso, donde un crítico, hablando de lo antipoético en la poesía de Eduardo Lizalde, señalaba varios niveles en que tal fenómeno –lo antipoético- se verificaba. Uno de ellos, según el crítico, era el nivel sintáctico-discursivo. Ante el cuestionamiento de cómo, específicamente, en el nivel de la sintaxis, se manifestaba lo antipoético, el crítico ni pudo sino alzarse de hombros y balbucir algunas vaguedades (aquí, por cierto, si hubo una ruptura a nivel sintáctico.) Moraleja: es preferible una crítica impresionista honesta que una lingüística inepta.
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