miércoles, marzo 19, 2003
Paradójica la relación que parece haber entre las poéticas de Jorge Cuesta y José Gorostiza y sus respectivos poemas extensos. Para el autor de Muerte sin fin el poeta es ante todo un hombre de dios (“notas sobre poesía”), mientras que para el de Canto a un dios mineral (“el diablo en la poesía”), hay un pacto diabólico detrás de cada poema. La paradoja reside en que sus respectivos poemas-meditación muestran justamente la concepción del otro: El proceso “descrito” en Muerte sin fin es catastrófico, no hay en él el menor atisbo de esperanza; la creación toda se va al diablo. “Canto a un dios mineral”, en cambio, propone al final una solución; ese “fruto que del tiempo es dueño” al que alude la última estrofa, aunque no sea sino la presunta permanencia a nivel simbólico que representaría el propio poema, es, al fin y al cabo, una obra de salvación…
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